miércoles, 25 de febrero de 2015

CONSTRUYENDO LA AUTOESTIMA


    La palabra “autoestima” proviene del vocablo de origen griego “auto” (autos: por sí mismo) y “estima” del latín aestimare, referido originalmente a un valor monetario y cuyo significado actual, entre otros, es valorar. 

    Cuando nos referimos a la autoestima, debemos partir de una base real sobre su concepción, y conocer que éste es un término subjetivo con muchos grados en su medida. La medida de ésta gira alrededor de la percepción de una persona sobre sí mismo, no siendo en muchas ocasiones coincidente con la realidad. En esta percepción está implicado el grado de reconocimiento del Yo positivo (o negativo), la experiencia a lo largo de nuestra vida y, sobre todo, la relación que hayamos tenido con los demás desde muy temprana edad, ya que son los que nos han educado los encargados de "construir" esa autoestima de base que nos ayudará a conocernos y reconocernos a nosotros mismos para el resto de nuestra vida. 

    Este reconocimiento está basado en el pensamiento positivo sobre nosotros mismos (pensamiento positivo intrapersonal), el cual provoca que nos centremos en las partes más positivas de nosotros mismos y las reforcemos, para así construir una imagen realista y aceptada de nuestro auténtico Yo.



   En general, invertir energía en perseguir objetivos alcanzables es una estrategia más eficaz que trabajar para evadir desenlaces negativos. Por ejemplo, la persona que para evitar ser rechazada por los demás se empeña en aislarse y huir de las actividades sociales, paga un alto precio por meterse en su trinchera y, a la larga, empeora su situación. Sin embargo, si esta persona logra enfrentarse a las dificultades que le supone relacionarse con otros, dando por hecho que es la mejor estrategia, verá recompensada su acción positiva.

   Debemos reconocer lo que somos, ya que todos tenemos cualidades que podemos utilizar, virtudes que aprovechar y destrezas que disfrutar o, ¡mejor aún!, disfrutemos de las tres. 

     Después de muchos años, sea cual sea nuestra autoestima construida, de la que partimos en este momento, y ya dentro de nuestra madurez, detengámonos por un momento y reconozcamos lo que somos en cuanto a los tres ámbitos nombrados. Sin reproches, sin culpas, partiendo de nuestro Yo actual y sin mirar atrás, ya que las personas que estuvieron cerca de nosotros y contribuyeron a construir esa autoestima, lo hicieron lo mejor que podían o que sabían, en función de su situación, educación, formación y otros factores.

    Pero vamos a hacerlo bien, no vamos a trabajar solo una parte de nosotros mismos, me refiero a nuestro Yo interior, sino que vamos a incidir también en cómo nos dirigimos a los demás, es decir, lo que sale de nuestro interior, ya que lo que externalizamos y expresamos es parte de nosotros, de nuestros pensamientos y sentimientos, así que vamos a mejorar nuestra autoestima desde la "raiz".

   El hecho de acostumbrarnos a centrarnos en las partes más positivas de nosotros mismos y, además, hacerlo de los demás, nos ayudará a trabajar más eficientemente nuestra autoestima, ya que todos los mensajes que salen de nosotros y que dirigimos a los demás, los haremos en el mismo registro (positivo o negativo) que utilizamos con nosotros mismos. No olvidemos que en los dos casos utilizamos las palabras para hacerlo, y la carga simbólica y emocional que llevan éstas, y que está aprendida y fijada en nuestra mente, es tan fuerte que el efecto de esas palabras cambiarán nuestra propia forma de sentir y de pensar. (Consultar Sinaptogénesis). 

    Los pensamientos pasan con mucha rapidez por nuestra mente, por lo cual es sumamente difícil darles forma. Nuestra boca, por su parte, es más lenta. De modo que si empezamos a dirigir nuestra forma de hablar, escuchando lo que decimos y no dejando que salgan de nuestra boca palabras negativas, podremos ir dando otra forma a nuestros pensamientos.

   Cada vez que pronunciamos una palabra, aunque vaya dirigida a otra persona, ésta resuena en nosotros tanto como en la persona que la escucha, transmitiendo con ella una serie de matices que la envuelven y que inevitablemente llegan al receptor. Pero esa palabra, ya sea positiva o negativa, antes de ser pronunciada y salir de nuestra boca, ha sido reconocida por nuestro cerebro e identificada con la concepción que tenemos de ella y con los matices de los que va cargada y que tenemos arraigados en nuestro Yo más profundo, lo cual quiere decir que forma parte de nosotros antes que de la persona a la que va dirigida.

“No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras”. Juan Luis Vives. 

    Para hacernos una idea, presento a continuación el "plasma emocional" de la palabra “inteligente”, donde se pueden ver los matices que la componen y que se transportan con ella, insertándose allá donde vaya, a causa de la asociación que cada persona tiene de esos matices en su mente:



- Emoción: la que produjo en nosotros en alguna o en varias ocasiones, y que ya está asociada a esa palabra.

- Imagen: Que un día asociamos con esa palabra a través de un ejemplo visto u oído.

- Acción: Realizada con anterioridad, imaginada o vista a otra persona que consideramos inteligente.

- Significado: Que define esa palabra, y que hemos aprendido.

- Experiencia: Hecho realizado por nosotros mismos, el cual consideramos un acto para el que se necesita ser inteligente o, al menos, utilizar cierto grado de inteligencia.

¿Os dais cuenta de lo que podemos imaginar, creer o sentir con cada palabra?

¿Y de la fuerza que ésta puede tener en nosotros mismos y en los demás?

    Nunca es tarde para construir una autoestima positiva y sana. La autoestima interviene en casi todo lo que hacemos. Las personas con una autoestima alta rinden más en los estudios y les resulta más fácil hacer amigos. Tienden a tener mejores relaciones con los demás, son más felices y se enfrentan mejor a los errores, decepciones y fracasos, focalizando siempre su atención en la parte más positiva de sí mismos y de las situaciones que se presentan, y es más probable que perseveren en algo hasta que lo consigan. En algunos casos no será fácil, pero siempre es posible y es una habilidad que tendrás de por vida. 


TE PROPONGO 15 PAUTAS EFICACES PARA POTENCIAR LA AUTOESTIMA


CON UNO MISMO
CON LOS DEMÁS
1
Reconoce cada día tus virtudes, una por una, y escríbelas en un papel que tengas visible y que puedas recordar con facilidad en cualquier momento, ya que si no estás acostumbrado a hacerlo, a veces se te olvidarán.
Haz lo mismo con las virtudes de los demás. Esto es un gran ejercicio de humildad y también te servirá para valorarte a ti mismo por tus propias virtudes, que nunca tienen por qué ser las mismas que las que tienen las personas que te rodean.
2
Usa afirmaciones referidas a lo que sabes hacer y a lo que haces. Si esto es mejorable, haz algo por mejorarlo y, aunque solo lo consigas un poquito, siéntete orgulloso/a de ese pequeño logro. ¿
Seguro que tienes amigos o conocidos (tengas la relación que tengas con ellos), que saben hacer cosas estupendamente (pasteles, patinar, gimnasia,…), así que reconoce que saben hacerlo bien, independientemente si te caen bien o mal. Eso construirá mucho en ti.
3
Reconoce tus logros, valóralos incluso si son pequeños. Está muy bien que éstos sean reconocidos por los demás, pero primero tienes que reconocerlos tú y decirte a ti mismo lo bien que lo has hecho.
Al igual que a veces te gustaría que los demás reconocieran tus logros, hazlo tu con los demás, independientemente de si lo hacen o no. No esperes nada. Esto es algo por y para ti.
4
Céntrate en cómo mejorar tu vida sin tomar como baremo la de otros, porque es tu vida, única e incomparable.

5
Plantéate metas realistas y sé el primer convencido de que mereces alcanzarlas.
Si tienes oportunidad, ayuda a alguien a plantearse una pequeña meta. Sin exigencias, sin consejos, solo ayúdale a algo que quiere hacer pero que le cuesta decidirse.
6
Identifica tus miedos y hazles frente. Imagínate venciéndolos uno por uno. Ej: ¿Miedo escénico?. Imagínate una y otra vez hablando frente al público de manera tranquila hasta que lo estés dentro de tu mente. Después lo harás más fácil en la realidad.

7
Si alguna vez te invade la envidia, piensa que eso de verdad está solo dentro de tu mente. No debes tener envidia por algo que alguien ha conseguido, recuerda más bien valorarlo, ya que en el futuro podría ser al contrario y a ti te gustaría que así fuera.
Cuando surja esta envidia aprovecha para forzarte en reconocer las virtudes y logros de los demás. Independientemente de que esa persona sea de una u otra forma, aunque sea el mismísimo diablo, hemos de reconocer algo que ha hecho por si mismo/a.
8
Acepta los cumplidos que te hagan. Da las gracias por ese reconocimiento y por tener esa cualidad que están halagando.



9
Reflexiona, medita… Invierte solo unos minutos al día en ello, pero que sea sobre lo que has conseguido, sobre tus próximos objetivos y sobre tus cualidades.
Dedica unos pocos minutos a hacerlo sobre alguien que quieras y sobre alguien a quien no quieras (y eso no significa odiar, nunca odies).
10
Diviértete. Además de pasarlo bien, reforzarás tu sistema inmunitario.

11
Canaliza las emociones negativas de algún modo. No te las guardes dentro. Amigos, deporte, montaña,… Grita tus emociones cuando sea necesario.

12
Rodéate de gente positiva y aléjate de aquéllos que te ponen el pie encima.
Relaciónate con los demás y trátalos del mismo modo que a ti te gustaría que te tratasen.
13
Perdónate, aprende de tus errores. Todos nos equivocamos. Lo hecho, hecho está y aunque te gustaría borrarlo, ya no es posible, lo que si es posible es no volver a hacerlo.

14
Si alguien te ataca, responde con asertividad. No dejes que cualquiera pueda dañarte. Ten siempre presente que eso lo hacen por su malestar interior. Menospreciando a los demás alimentan su triste existencia, así que mejor apiádate de ellos.
Una vez más, trata bien a los demás, nunca como ves que algunas personas tratan a otras de forma despectiva.
15
Haz una lista de todas las personas a las que alguna vez has ayudado de alguna forma.
Haz lo mismo con la gente a la que admiras: la gente que te ha ayudado en tu vida o que han ayudado a otras personas.

    Sigue estas pautas o algunas de ellas durante un tiempo, y verás como el sentimiento hacia ti mismo/a, tu energía y tus valores impulsan tu vida hacia un camino que aún no conocías, o que solo intuías, pero que será el tuyo y el que realmente te llenará. Te sentirás más feliz contigo mismo y con los demás.

“Las cadenas de los hábitos son generalmente demasiado débiles para sentirlas, hasta que son demasiado fuertes para romperlas”. Samuel Jhonson.

martes, 3 de febrero de 2015

LAS PALABRAS DE LA VIDA



LAS PALABRAS DE LA VIDA…

… del placer y del dolor, del odio y del amor, del sentir…, del sentir y del hacer sentir, del sentir bien… o mal, feliz o infeliz, capaz o incapaz.

En nuestro interior, en nuestro Yo más profundo, en nuestro pensamiento, ese con el que nos hablamos y con el que hablamos; que nos decimos y les decimos; que nos queremos y les queremos; que nos destruye o nos construye; con el que construimos o destruimos.

Ese pensamiento convertido en sentimiento, que nos domina pero que controlamos, como el correr. Sabemos correr como pensar, pero a veces corremos mal, despacio, torpes y dañándonos al trotar. Y nos proponemos entrenar, un día, otro día, y mejoramos… Asimilamos y automatizamos, y ya corremos mejor, sin tener que pensar, solo corremos, y bien, y ya corremos rápido, y apenas nos cansamos, con una zancada amplia, firme y segura. ¿Y nuestro pensamiento? ¿Es estático, fijo, torpe o inadecuado para llevar a cabo nuestro fin?

Tal y como hicimos desde pequeños, para bien o para mal, aunque sin saberlo entonces, aprendemos a pensar, a ser positivos o negativos, optimistas o pesimistas, constructivos o destructivos,…

A veces corremos mal con nuestro pensamiento, pero… ¿y si comenzamos a correr mejor con él, a correr por una pista de optimismo, positiva, en la que cada zancada sea firme y construya nuestro siguiente paso?

Y que cada firme paso deje atrás aquel pensamiento negativo del comienzo, y que a veces nos persigue…, que a veces nos alcanza, nos toca y nos agarra, porque al principio estamos escapando, en lugar de recorrer el nuevo camino. Y cansados de correr, paramos, nos dejamos atrapar; pero solo al principio, porque después, con el tiempo, nuestra carrera es más fuerte y más rápida, más segura, y él no nos alcanza. Y más allá todavía, cuando el tiempo ya es nuestro aliado y el camino el nuevo destino, ya no hace falta mirar atrás, porque solo hay un camino, un camino trabajado, forjado y recorrido por un nuevo Yo, el Yo que has construido y que ni recuerda ni quiere recordar al antiguo Yo. Y lo has hecho tú, reaprendiendo a aprender, a pensar, a plantear, a elegir; porque es una elección, elección entre tus virtudes y defectos, entre pensar positivo o negativo de ti mismo, pero también de algo, y también de alguien… Porque podemos correr con un testigo en la mano lleno de energía y de palabras positivas y, además, pasarlo a nuestro compañero, a nuestro amigo, a nuestro hermano o nuestro hijo…, para que corra libre y fuerte, seguro y hacia delante.

No llevemos un testigo envenenado de gestos y palabras que dañan porque les haremos caer en el camino… y caeremos con ellos… Y ni nosotros queremos ni ellos quieren caer, si no que quieren seguir, quieren correr y sentir que estamos ahí, que estamos con ellos y que creemos en ellos. Con los actos, con las miradas, con los gestos, con la intención… que se hacen palabras…,

LAS PALABRAS… DE LA VIDA.